No recibió educación alguna y se dedicó con su padre al oficio de cabrero. Fue precisamente con éste con el que cometió sus primeros robos. En uno de ellos la Guardia Civil les sorprendió y el Sargento Padilla de un culatazo con de su fusil mató al progenitor. El muchacho emprendió decidido el camino de la delincuencia, uniéndose a la partida de su tío "El Sorniche", de quien se contaba que era su verdadero padre, y a quien no tardaría en superar en fama.
Desarrollo su actividad en las campiñas de Córdoba y Sevilla, con numerosos secuestros y muertes por robo.
Pero a pesar de ese oscuro pasado también fue considerado como un bandido generoso. Sirva como muestra esta anécdota: "El 22 de marzo de 1907 se metió, buscando refugio, en un cuarto habitado por una vieja; ésta, ignorando de quien se trataba, se puso a contarle sus penas: la iba a expulsar su propietario, a quien debía la suma de 300 pesetas. Sin decir una palabra Pernales salió, montó en su caballo, y se fue derecho a donde vivía el dueño, a quien, por la violencia, obligó a entregar 300 pesetas. Después volvió a casa de la pobre mujer, y le dio el dinero, diciendo simplemente: - tome para pagar su deuda.
En ocasiones las muertes eran consideradas por él mismo como ajusticiamientos. Este es el caso del asesinato del “Macareno”, encargado del cortijo de Hoyos (La Roda), de quien se rumoreaba había intentado envenar a los miembros de su banda preparándoles un arroz con arsénico. Murieron su tío y el compañero "el Chorizo y el Sarniche" (de quien se decía que era el auténtico padre del Pernales). Él logró salvarse y, recuperado, regresó para matar al tabernero acuchillándole lentamente hasta que se desangró. Después le entregó muerto a la Guardia Civil en espera de recompensa. Pernales no tenía piedad con quien le traicionaba como demostrara a lo largo de su carrera
El último bandolero popular fue Francisco Ríos, “el Pernales”, distinguido como caballista. Actuó éste ya en el siglo XX... Brujas, echadoras de cartas, damas enamoradas de la apostura del bandolero (una condesa), raptos y desafíos, rasgos de generosidad increíble, nada falta en la vida de Francisco Ríos para hacerle émulo de los bandoleros más románticos, según su historia. Poco después de haber hecho las paces con su novia murió acribillado a balazos en tierras de Alcaraz, con “el Niño”.
Francisco Ríos González es un bandido que roba, mata, trata mal a su familia, viola cualquier tipo de norma justa o injusta y es, en fin, según las investigaciones, llamemos de tipo histórico, un ser despreciable. Pero el Pernales (no digo Francisco Ríos) es otra cosa; el Pernales es un mito, una leyenda que el pueblo forja por una necesidad de tener héroes, alguien que lo redima de la injusticia, que le quite a los ricos para socorrer a los pobres. El Pernales es un héroe creado por el pueblo.
Es la continuación del héroe popular José María “el Tempranillo”, Diego Corrientes, Luis Candelas. Puede que el Pernales fuera un hombre de mala calaña, de inteligencia rudimentaria, poco agraciado físicamente. Pero eso es lo que menos importa.
Importan las acciones generosas, arriesgadas, valientes. Importa mucho más el mito que el personaje histórico que pudo ser. Quizá detrás de ese héroe popular se encierre toda una problemática social de la época, problemática económica, cultural e incluso filosófica: la filosofía de la pobreza y la riqueza.
El hambre, la miseria y los encuentros con la Guardia Civil, son constantes. De la banda del Pernales fueron Pedro Ceballos “el Pepino”, Antonio Mata “el Reverte”, Antonio Martín “El Niño de la Gloria” y “el Niño del Arahal”,
Su fama se extendió no sólo por Andalucía sino llegó hasta Madrid. Intentó huir a América con su nueva amante con la que tuvo una hija, pero no lo consiguió.
Durante años la Guardia Civil le acosó continuamente hasta que el trágico 31 de agosto de 1907, cuando contaba 28 años, fue sorprendido por el Teniente Haro y sus hombres mientras comía en un olivar de las Lomas de Villaverde, en la Sierra de Alcaraz, situada en las laderas del pico del Padroncillo, también llamado “Pernales” en memoria del bandolero con un compañero de su partida. Tras un tiroteo entre ambas partes los dos bandidos cayeron muertos.
Sobre su muerte se escribieron numerosos romances. He aquí algunos de ellos:
“El ladrón de Andalucía. El que a los ricos robaba y a los pobres socorría. Lo mataron ahí, en el sitio que llaman “las Morricas”. Ese era un mal bicho. La Guardia Civil, tomando las señas del leñador. Toma un cigarro y un duro, del Pernales, que soy yo...
Pobrecico del Pernales, donde ha venío a morir. A la Sierra de Alcaraz, y por la Guardia Civil...”
Antidio Molina: “El treinta y uno de agosto de mil novecientos siete, en la Sierra de Alcaraz le montan un gran piquete. En la provincia Albacete, en la Sierra de Alcaraz, donde matan a “Pernales” también al “Ñiño del Arahal”. Cruzaban la cordillera, la Sierra el Guadalimar, para marchar a Valencia y a América a embarcar. “Pernales” iba delante, primero al suelo cayó y le contesta el “Arahal” la culpa es del pastor.
José García Lanciano escribiría también: “... a los muy pocos momentos Pernales al suelo caía, los cadáveres en un carro a Bienservida los conducían. El pueblo entero lloraba con mucha pena y dolor, de ver a los dos bandidos cruzados en un serón. Y por toda la sierra de oído a oído, de boca en boca, corría este cantar: Ya mataron al Pernales ladrón de Andalucía, que a los ricos los robaba y a los pobres socorría”.
Tanto el Pernales como este ultimo fueron muertos por la Guardia Civil en la Sierra de Alcaraz (concretamente en la localidad albaceteña de Villaverde de Guadalimar), en su huida hacia Valencia para emigrar a América, ambos bandoleros se encuentran enterrados en esta localidad y como cosa llamativa os puedo decir que nunca faltan flores en sus tumbas.