sábado, 17 de abril de 2010

INTRODUCCIÓN

El diccionario de la RALE define como "bandolero" a un ladrón, un salteador de caminos, un bandido. Para referirse a ellos también se usaron vocablos como "dronista"
(procedente de dron o camino).

Sea como fuere lo cierto es que, si bien no se tiene una idea precisa del surgimiento (quizá con el de la misma sociedad), a finales del siglo XVIII, reinando Carlos III, se vive en España la época romántica del bandolerismo, fenómeno social ubicado, con preferencia, en Sierra Morena. El establecimiento fue tan importante que motivó la colonización de esa zona a fin de proteger de los bandidos la ruta que, desde Castilla, se dirigía a Andalucía. Y, aunque parece que esto del bandolerismo es cosa "de allí abajo", de Despeñaperros al sur, no hubo lugar en España que se librara de su presencia y acciones.

Sobre sus orígenes se podría decir que, fundamentalmente, fueron de carácter socioeconómico. El hambre y la miseria que atenazó a ciertas regiones, la falta de una equitativa distribución de la tierra y la inestabilidad política causada por gobiernos fugaces o inoperantes, llevó a muchos marginados sociales a situarse frente a la ley, buscando amparo en la quebradura del paisaje, por decirlo de alguna manera.
Y es que el bandolerismo necesitó para su pervivencia de unas condiciones especiales que, en el ámbito andaluz, se concretaron en la complejidad orográfica de algunas zonas que facilitaron su ocultación. Aquí fijaron sus bases logísticas y guaridas, alejadas unas veces de los lugares habituales de actividad delictiva y otras convirtiendo el propio territorio de los montes en escenario de correrías, siendo sus protagonistas todos buenos conocedores del terreno por haber sido su medio habitual de vida.

Y así surgieron los dos itinerarios del bandolerismo andaluz: el de campiña, donde actuaban, y el de sierra, donde se ocultaban, naciendo de esta manera el mito del bandolero benefactor y justiciero. Un "fuera de la ley" por atracar a ricos y hacendados, pero de espíritu generoso y caritativo con los socialmente oprimidos y maltratados. Ese tipo de bandido que roba sin piedad a unos para, en la mayoría de las ocasiones, ceder su botín a los necesitados.



Coincidiendo con el nacimiento de la novela picaresca, el bandolero se transforma en pícaro, con la habilidad mental y física que le caracteriza. Es la época de Diego Corrientes, (del que se dijo: -"roba a los ricos, socorre a los pobres y no mata a nadie"), de Luis Candelas (el bandolero romántico), de José María Hinojosa "el Tempranillo", de los Siete Niños de Écija (que ganaron su imperecedero renombre en el corto período que separa a 1814 de 1818), de Jaime "el Barbudo", José Ulloa "el Tragabuches", Joaquín Camargo "el Vivillo", Luis Muñoz "el Bizco de El Borge", de Francisco Ríos "el Pernales" y otros muchos hasta la muerte el 18 de marzo de 1934 de Juan José Mingolla, "Pasos Largos" que, según los estudiosos del tema, fue considerado como "el último bandolero".

Mientras los bandoleros son considerados criminales por el Estado el Pueblo, la sociedad campesina, los califica como héroes, vengadores o luchadores por la justicia. Quizá como líderes de la liberación y, en todo caso, hombres para admirar, ayudar y apoyar. Esta relación es la que dio al fenómeno del bandolerismo su significado político y social. Donde las gentes honradas se mueren de hambre, y queda todavía en la casa un resto de vitalidad, se declara el bandolerismo.

Se puede definir el espíritu del bandolero romántico como generoso y caritativo, del que con frecuencia hicieron gala para con los más necesitados. Realizan un acto vil y a continuación son capaces de un insólito rasgo de nobleza. Matan con saña y a poco protegen la vida de quien, desvalido, a ellos se confían. Viven enfrentados a la ley y, a muchos de sus actos, les anima un alto estilo de justicia.



Los cuerpos armados que se encargaron de perseguir las acciones de los bandoleros de aquellos tiempos fueron la "Compañía de los Escopeteros de Getares", Unidad responsable de la vigilancia de los caminos y las costas y, desde el mismo momento de su creación en 1844, la Guardia Civil.
Y aunque desde el punto de vista militar los bandoleros no tuvieron estrategias prefijadas, ni acaudillaron a grandes cuadrillas, sus acciones fueron efectivas y su pervivencia considerable, si nos atenemos al dato (ya apuntado) de que no desaparecieron hasta bien entrado el siglo XX.

El bandolerismo no es una actividad exclusiva de nuestro país. Paises como Inglaterra también los tuvieron. Con la diferencia de que allí tuvieron la habilidad de convertirlos en héroes. Robin Hood, Dik Turpin o el escocés Rob Roy. Personajes exportados por la literatura inglesa (país donde curiosamente la piratería era premiada con títulos nobiliarios). En Francia aparecen en el s. XVI los "hermanos de la Samaritana", cuadrilla que actuó en el mismo París, aunque los más populares son los famosos Cartouche y Mandrin. En Italia fue muy conocido Pedro el Calabrés y en el s. XIX el no menos célebre Giuliano que llegó a convertirse en amo de Sicilia.

Es curioso que nosotros olvidemos(exceptuando al ficticio y televisivo Curro Jiménez) a los legendarios bandoleros, personajes temidos en las sierras andaluzas, mucho más antiguos y con historias más apasionantes que los insulsos galos o sajones.

4 comentarios:

  1. Hola, estoy montando una pequeña exposicion sobre los bandoleros, Supongo que me dejas cortar-pegar algunos de tus textos ???

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  2. Hola, estoy montando una pequeña exposicion sobre los bandoleros, Supongo que me dejas cortar-pegar algunos de tus textos ???

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